lunes, 2 de noviembre de 2015

26 de noviembre de 1944

26 de noviembre de 1944

Vas a cumplir 71 años. No es poca cosa, pero tampoco tan mal
para los standares del momento, se está bien en esa edad.
Me parece hoy cuando te fui a ver a tu casa La Tacuarita
de calle Agrelo, para pedirte un dibujo tuyo,
para Gustavo en ese entonces con 40 años festejables,
y todavía mi marido.
Estabas en pantaloncito (ni corto ni largo, los 80), y en cuero
y me miraste con cara de: que querrá esta loca,
tan tuya después y tan repetida. Lo obtuve.
Finalmente te agradecí con el libro Scat de Sabat, y fue tu gloria.
Me había enterado que lo codiciabas y mirabas en las vidrieras
sin pensar en comprártelo,
como harías casi siempre el resto de tu vida corta.
Cuando te viniste a vivir en pareja al barrio, mi barrio de Alberdi-vos estabas
antes pero con Rosita tu mamá-empecé a frecuentarte casi con desesperación
familiar en ayuda -convocada-de cuanto inconveniente o confusión
se les armaba y armaban en la nueva vida familiar..
Ahí te conocí, en todo tu desparramo de sentimientos, hinchado, presionado,
enojado, contento, distraído (casi siempre), solidario, ensimismado.
Pero siempre introvertido.
Comencé a decorar tu casa, luego tu jardín, tu estudio en parte,
te hice la pileta, arregle tu patio, mejoré tu entrada,
arme tu quincho (para Le Luthiers-era la consigna)
fui a reuniones habidas con Serrat, Los Luthiers, y cualquiera que viniese
de visita, Divinkys, Calois, y comimos viernes y sábados en la ternera, en
la tablita, en cualquier lado de tira y ensalada Fontana (zanahoria,
lechuga, tomate, huevo) en alegres patotas de parejas.
Llegaron los 31 de diciembre, con Rosita, Perla y la mar en coche, en
mi casa de Alvarez Thomas.
Viajamos a New York, a Tramandai, a Buenos Aires en cada
feria del libro.
Vimos juntos tocar  a Woody Allen, y a la salida te pidieron autógrafos,
a vos que venias en trance de ver al maestro, y un borracho te
charló largo y tendido y nosotros: vamos negro......
En Pasadena lo invitaste a Emi como intérprete en el viaje que
Clarín te había encomendado cuando el mundial, y te llevaste
los borcegos de Fede a Bariloche en alguna de esas vacaciones
que tan poca gracia te hacían.
Después, bastante después, me pediste que me ocupara de tu estudio,
que te arreglara humedades y desafueros, mucho mas tarde me daría cuenta
que ya estaba jugada tu idea de irte de tu casa y que no hacíamos mas que
armarte la estampida.
Así pasaron 20 años. Casi sin chistar, sin darme cuenta.
Al tiempo, cuando ya habían sucedido los tormentosos dias
te armé con muebles de Federico que ya habia partido a EEUU,
el departamento de calle Wheelright, pegado al Britanico,
una pajarera que había servido de puente entre tu vida de antes
y esa de esa hora.
También fue el primero que te vio enfermar.
Con esa autoinmunidad que te vino desde vaya a saber donde,
en el preciso instante donde
parecía que ibas a ser feliz alguna vez.
Y no lo fuiste. Te trasladé tu tablero con el dibujo exacto en donde
estaba apoyado cada cosa, y con tu cartel enorme-que aun conservo-
"Hay que llevarse la música también" y nos llevamos todo.
Cuando alguien te encontró tirado en el suelo de tu estudio.
Y te instalamos, en tus primeros pasos por el delirio en que iba
a convertirse tu vida.
Me pediste que te buscara un departamento en las tres primeras cuadras
de Wheelright, desde Corrientes, que diera al río y que "como única condición
tuviese tu estudio, el living y el dormitorio mirando el río"...........
Se festejó tus 60, en esa fiesta apretada de gente elegida a dedo malo, y
fue igualmente tu hora, para ese entonces con una mano inmóvil.
Después vino el casorio, con la enorme tristeza de todos, vos ya en tu silla
de ruedas, mientras adentro se bailaba vaya a saber que alegría.
El departamento marchaba al ritmo inverso de tu vida, nos fuimos enterando
de las dificultades de tu movilidad y cambiando medidas de puertas para ello,
cambiamos la cocina al sur, por tu estudio al norte, y a medias tinta logramos
enganchar las tres visiones de tu pedido. Te hice un puente de madera
para que te pudieran transportar al balcón, trasponiendo la abertura, y fui
invitada todos los miércoles a charlar y cenar en él mirando la luna
y los barcos. Todavía me hacías reír a mares........
Ibamos todos los domingos a comer de noche a lo de tus amigos, en Arroyito,
vos en ambulancia para silla de ruedas, nosotros con la garganta cerrada.
Y mi casi insulto quedo, a vos, por como te habías ido,
cuando me tocó recibirte sola, en el 3er. piso de la funeraria
para dar la aprobación de tu cara tiesa.
Tengo notas tuyas guardadas, tu regalo del libro de pinturas de David Hockney,
tus dibujos míos y de toda mi familia, tu amistad con Emi, y ese acompañamiento
a ver filmar cine a Baires donde seguramente se cerro su vocación. Y por
sobretodas las cosas la cinta cassette, del Pirucho Gabetta que me diste
un día con su dedicatoria a vos y que se quedó para siempre conmigo.
De manera que el 26 de noviembre cuando cumplas 71, no me quedará
historia sin contarte, ni recuerdo sin desmenuzar.
Y estaremos en paz.
Que así sea.
Adriana

pd: he repetido la nota en mis dos Blog, debido a que no se como es de clara la comunicación con el cielo

No hay comentarios: