domingo, 3 de marzo de 2013

El paso del tiempo

Poder constatar el crecimiento de los árboles y arbustos, pensados
en un proyecto; otorga un grado infinito de placer.
Sobretodo si lo que sucede en el tiempo que transcurre se parece
en algo o en mucho al croquis, de los primeros pasos en el tema.
También es cierto, que todo amateur que haya plantado en un tiempo lejano,
medido invariablemente en años, y en consecuencia en etapas de su propia
vida, se sorprenda y estalle de placer cuando perciba el tamaño-sombra-
esplendor- de aquellos humildes y raquíticos arbolitos de los primeros
tiempos.
En la pampa húmeda, donde realizo mi trabajo, los árboles comienzan a percibirse, luego de transcurridos 6 o 7 años.
En las especies mas adaptadas populus, salix,
robinias, es exactamente así.
E influyen en ello, la protección
de vegetación anterior, las "cortinas" naturales
o artificales que pudieren
contribuir a mermar el viento-los vientos- tan cambiante y poderoso se la zona.
Han de pasar todos los tiempos-programados-de la
obra: gestión, plantación, tutorado, cazuelado,
protecciones a las plagas, cuidado y armado de la absorción del suelo, riegos, etc. para que en un día muy lejano alguien, y quien sabe si nosotros¡,
pueda sentarse o caminar bajo un manto
de hojas temblorosas, verdes intensas,
que marquen tanto por su caída, o por el cambio de brillo, y matiz de su
superficie, la llegada de un otoño almibarado,
suave, manso, en el atardecer del reposo de un día de trabajo cualquiera.


Las cortinas forestales, son el
secreto mejor compartido sobre
como proteger la forestación del resto
de la plantación.
Sabemos que tres hileras de árboles
relativamente rápidos de crecimiento,
en donde 2/3 partes sean peremnifolios, y 1/3 sean de hoja caediza, es una fórmula de éxito.
Y dos hileras de árboles y una de arbustos peremnifolios-resistentes, dan una protección de primer
nivel.




Luego vendrá lo demás, una vez que está protegido el entorno, el diseño
del paisaje restante, andará sobre ruedas¡ O sobre carretillas, claro está.

La decisión de plantar especies foráneas, de lento crecimiento,
liquidambar, robles, etc. deberá estar acompañada de nuestra paciencia 15 o 20 años vista, para poder percibirlos como árboles mayores.
Y no deberían ser en su totalidad, mas de el 30 % de nuestra plantación.
Ya que el goce será : ir viéndolos crecer.







En todos los casos, llegará un día,
uno cualquiera, que de repente nos demos cuenta, en lo que se transformaron
nuestros años y años de esfuerzos-enojos-risas, y tal vez sintamos ese famoso y buscado placer infinito, de
la tarea cumplida, mas o menos bien.